Una casa para amar y soñar...

A falta de casas vuestras vergelianas que recibir en mi correo, os deleito hoy con un hogar que me ha robado el corazón. Bien podría haber estado decorado por cualquiera de nosotras porque aúna tantos detalles que nos apasionan que me ha dejado sin palabras, desde su bucólico jardín repleto de tanto verde, como sus interiores que parecen prolongarse añadiendo los mismos colores hallados en su camino a la entrada...

Verde agua en la fachada, verde intenso en la hiedra que que va subiendo desde el suelo hasta las ventanas, verde en los árboles que tocan el tejado y más verde en los campos que rodean semejante casa...

Que cocina chicas, campestre de todas, todas...

Blanco y madera, baldas voladas repletas de piezas de porcelana y montones de macetas con plantas añadiendo verdor al espacio...

El comedor se fusiona con el amplio salón, interminable, traspasando a través de las ventanas hasta llegar al mismísimo jardín...

Que maravillosa combinación entre textiles y arreglos florales. Con que mano magistral su propietaria ha sabido mezclar los azules con los verdes...

Me enamora la lámpara de cristales que cae sobre la mesa de roble, el camino de mesa, la cristalería en verde menta y esos helechos del mismo color presidiendo la merienda de la tarde...

No hay obstáculos visuales, todo se abre en una sucesión de espacios que se llenan de luz...

Porque los mismos ventanales se han opuesto a las cortinas y desde el mismo comedor podemos casi rozar los árboles centenarios...

Fijaros chicas en la mezcla de suelos, baldosas de barro y cálido parquet de roble. Lo mismo que los muebles que se mueven entre el decapado más blanco y el rústico provenzal...

Esta casa es una gozada con sus mullidos sofás, sus colores tan naturales...

Su chimenea ya encendida, sus alfombras persas...

Su embocadura repleta de leña ya preparada...

Y esos rincones que la hacen tan y tan especial...

¿No os enamora toda ella chicas?...

Eso si, puestas a elegir, estoy segura de que todas nosotras como buenas vergelianas que somos escogeríamos la blancura que irradia toda ella, las hermosas vistas exteriores que se cuelan de principio a fin, las piezas sumamente escogidas...

Y el jardín, el hermoso jardín bucólico como a mi me gustan, con esas plantas que crecen sin fin, esa hiedra que se enreda por todos lados, esos muros de piedra antigua que envuelven a la casa, esa escalinata de cuento que preside la entrada y esas piezas afrancesadas que conforman un pequeño comedor al exterior...

Después de tan hermoso recorrido qué tal si nos sentamos frente a las florecillas lilas a saborear uvas rojas y tentadores croissants franceses. Invitadas estamos...

¡Feliz miércoles vergeliano chicasssssssssssssssssssssss!