Podando el boj...

 
Lunes ya chicas, una nueva semana por delante que tomamos con fuerza y ganas, faltaría más. Ayer aproveché la mañana de domingo para podar mi boj, ese arbusto plantado en una gran jardinera hace ya casi ocho años. Menos mal que lo hice ayer porque hoy se ha levantado un viento desagradable que hubiera hecho difícil las tareas jardineras...

 Por aquí asoman algunas de las hojas y ramas quitadas en la poda...

 Y si os fijáis bien las tonalidades describen a la perfección los colores otoñales...

 Verdes, marrones y anaranjados...

 Reducidos a una pequeña caja de frutas reciclada...

 La verdad es que no puedo quejarme del paisaje de fondo que se observa desde mi vergel en esta ciudad...

 Al fondo de todo los enormes pinos centenarios. Ellos son de hoja perenne, sus hojas continúan tal cual al llegar el otoño y el invierno, verdes e inamovibles...

 Después se entremezclan con los colores de mi terraza que al llegar el mes de Octubre se tiñen de rojizos, rosados, lilas y muchísimo verde contrastando en diversas tonalidades...

 Entre todo ello, asoma mi boj recién podado. En sus inicios era una diminuta bola que con el paso de los años se ha ido abriendo y alargándose hacia arriba...

 Sus diminutas hojitas adquieren al llegar el otoño el delicioso colorido otoñal que tanto me gusta. Quizás no tenga los bosques maravillosos de algunos países al llegar este mágico tiempo, pero me conformo con admirarlo en pequeños arbustos como éste...

 Buena poda le he dado con la gran tijera, no es fácil hacerlo, hasta que aprendí me he cargado ya alguna que otra planta...

 Y después ya de muchos años practicando con todas ellas me he convertido en toda una experta. Mi boj ha quedado bastante reducido, penita me ha dado, pero se que después con el despertar de la primavera tirará para arriba sin problemas. Es una especie muy dura y resistente por lo que las podas drásticas le sientan de maravilla. Lo difícil es mantenerle su forma redonda, eso es otro arte que aún preciosas, no domino del todo...

Días sin apenas luz son los que estamos teniendo últimamente por aquí. Sin embargo es lo que toca.  Me gusta también así el transcurrir de ellos porque creo que incrementa el colorido otoñal de mi vergel...

 Esa tenue luminosidad que se filtra a través del cenador de hierro dándole ese aspecto bucólico de finales de Octubre...

 Pero volvamos a la caja de madera, con sus colores anaranjados recogidos de la poda del boj...

 Hasta mi mesa redonda se transforma en otoño gracias a las rojas bayas...

 Al anaranjado kalanchoe...

  A todas esas hojitas diminutas esparcidas en la caja...

 Y a las diminutas baldosas del sobre del velador que se alternan entre amarillos, rojizos y anaranjados...

 Y me muevo con la caja entre mis manos. Como veis todavía llevo la cinta en la muñeca con el color del cáncer de mama. Hoy es el día y yo lo extiendo tooooooooooodooooooooooo lo que puedo...

 Como el otoño se extiende por mi vergel...

 Hasta las siemprevivas están empezando a teñirse de rojizos en las puntas de sus hojas...

Me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaa, cuando pasan del verde a los marrones porque también embellecen todos los exteriores...

 Estampa otoñal  la de ayer en todo mi vergel...

 Y calidez en mis interiores...

 Ellos lo saben, saben refugiarse bajo la manta del sofá con carita de buenos...

 Es que ni corretear por la terraza quieren cuando llega este tiempo...

Y más si hay besitos y arrumacos de su Celia que los mima hasta el infinito...

 Aiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, quien fuera peludo...

 Y me voy corriendo a cocinar una deliciosa crema de calabaza, mañana sin falta os la cuelo por aquí...
Que tengáis un espléndido estreno de semana...