La casona navarra...

No existe deliciosa escapada vacacional sin ese lugar donde vivir por unas cuantas semanas, ya sea un hotelito, un pequeño apartamento, una cabaña de madera o una casa rural. En él estaremos por tiempo, haciéndolo nuestro, descansando después de patear lugares y convirtiéndose en nuestra casa especial de veraneo. Este año hemos tenido la gran suerte de gozar de un convento del siglo XVII reconvertido en casona típicamente navarra. Toda una delicia que no he podido por menos de fotografiar mil y una veces. Difícil escoger las fotos entre tanta maravilla, he sudado para escogeros una selección que reflejara el encanto de tal vivienda, la esencia que nos ha transmitido, la calidez que nos ha enamorado y la belleza que la envolvía por sus cuatro costados. Detalles, detalles y detalles. Desde su imponente fachada, sus ventanas en medio arco, sus contraventanas de madera en un precioso verde inglés...

Su puerta de entrada rodeada de losas de piedra...

Su pequeño jardín delantero donde disfrutamos mayores, pequeños y mascotas...

Su valla de lamas como tanto me gustan integrándose con las plantas...

Balcón de hierro forjado...

Cuarterones de cristal...

Hortensias que aún habiéndose ya marchitado habrían lucido en su momento como auténticas maravillas...

Hasta buzones antiguos lucían en la mismísima  entrada...

Pero entremos ya chicas, sus puertas están abiertas...

Su valla medio cerrada...

Y Víctor haciéndonos señas para que pasemos adentro...

Ya en su interior, nos sorprenden blancas puertas, paredes en gris clarito, vigas de robusta madera que nos hablan de su antiguo pasado...

Perchas de madera pintadas a dos colores y con flores deliciosas...

Pero subamos a la segunda planta a través de sus escaleras de clara madera donde nos instalamos sintiéndonos de maravilla. Es allí donde disfrutamos de unos interiores campestres...

Ventanas de cuarterones vestidas con cálidos visillos transparentes...

Textiles de bouti en estampados florales...

Vitrinas  empotradas en las mismas paredes donde lucir vajillas y finas cristalerías...

Flores pintadas en los mismos muebles, en el mismísimo sofá...

En cuadros de las paredes...

Flores incrustadas en la misma puerta del salón, una puerta del siglo XVII rescatada del mismo convento que fue...

Suelos que combinaban a la perfección baldosas de barro en diferentes tamaños...

Con grecas a modo de alfombras...

Entremezclándose con brillantes suelos de roble originarios de la casa...

Los dormitorios increíblemente cálidos, siguiendo ese estilo campestre, mezcla de muebles antiguos de madera...

Lámparitas con pantallas de telas plisadas...

Y lo mejor de lo mejor. Esas enormes ventanas abiertas a unos paisajes indescriptibles...

¿Os imagináis todas las mañanas despertarse con semejantes montañas de fondo?...

Mirando al infinito, disfrutando del aire puro, la brisa limpia...

Y unos azules cielos que me hacían quedarme asomada durante tiempo...

Más detalles que conforman el amplio dormitorio como su colcha de bouti de pequeñas florecillas...

Rosas pintadas en el marco del mismo espejo...

Como pintado también luce el antiguo cabezal con ese pequeño retablo de la Virgen a modo de elegante cuadro...¿Quizás sería parte del antiguo convento donde sus monjas rezaban día tras día?...

Chicas, algo que me enamoró fue sin dudarlo ese gran tocador con múltiples cajones donde guardar montones de tesoros...

Y ese escabel tapizado en los mismos tonos de la colcha y de su plaid a pie de cama...

Después os muestro uno de los cuartos de baño, totalmente rústico con su mueble de madera, su gran espejo en arco y ese cesto de mimbre...

Baldosas delicadas de porcelana en rosa y blanco y esas cortinas en los cuarterones de cristal del armario ocultando todo aquello guardado...

Ahora si os parece bien entramos en la habitación escogida por Celia...

Paredes en melocotón suave, greca de papel en lo alto del techo...

Y nuevamente unas vistas que nos dejan sin aliento...

Tras las tenues cortinas de estrellas se nos abre el pequeño jardín delantero con su verde césped y su gran árbol centenario... 

Las mismas vistas que se disfrutan desde la mismísima cocina con su pequeño y coqueto balcón. Desde allí era apetecible mirar hacia la iglesia del pueblo, oír sus campanadas y recibir los primeros rayos de sol...

Pero volvamos al salón ,acogedor, campestre y luminoso. La mesa lista para comer...

Decorada con flores de eso me encargaba yo, de salir a pasear y recolectar florecillas con las que alegrar los almuerzos...

Sillas de fina madera tapizadas con esmero...

Gran vitrina en el hueco de una de sus paredes...

Una balda de madera como sobre de la chimenea, eje central de esta perfecta estancia,  donde colocar flores de hortensia y preciosas lilas...

Y también apoyados sobre ella, mis libros leídos en esta preciosa escapada...

¿Qué os parece el salón preciosas?, para mi una de las estancias que más hemos disfrutado de esta espléndida casona navarra...

Como también han disfrutado mis dos peludos, contentos de tener tanto espacio a su alrededor, tanto silencio, tanto verde y tanto encanto...

Aiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii maravillosa luz la que se colaba por los ventanales tiñendo de ocre las paredes y todos los espacios...

Mi mayor afán a diario era abrir las ventanas de par en par dejando que el verde del jardín se colara adentro...

Nada mejor desayunar observando desde dentro los exteriores, recogía las cortinas en delicada lazada para saborear nuestro café y nuestras tostadas tooooooooooooodosssssssss los días...

Me quedo con ello...

Y con este precioso rincón. La chimenea, las hortensias en jarrones de cristal...

Y ese banco bajo la ventana, con sus cojines de flores y la enorme flor natural que lo acompaña...

Chicas, ésta es tan solo una parte de la gran casa. Abajo contaba también con otro dormitorio, un despacho impresionante y un pequeño cuarto de baño en tonos azules...Además me queda por enseñaros una puerta secreta que nos llevaba hasta las mismísimas escaleras del siglo XVII de antiguisíma madera  tallada, pero eso será otro día. Por hoy os dejo pinceladas de una casona navarra en pleno pueblo de Luzaide a pie de los Pirineos donde nos hemos sentido como en nuestra propia casa. Navárlaz es su nombre y tengo que agradecer a Peio y a Marisa, sus dueños maravillosos, que nos hayan hecho sentirla como nuestra...Mil graciassssssssssssssssss a los dos...

Última foto en blanco y negro, quizás como preludio de lo que este antiguo caserón fue hace muchísimos siglos...

¡Besotes para todas y feliz día de martes para todas!