Buenos días preciosas, ¿estáis todas por aquí?...Bueno mejor que no seáis muchas porque esto es lo que ha quedado del bizcocho horneado este fin de semana. Todo aquel que pasaba por la cocina pellizcaba un trocito de él, así que tendréis que conformaros con una pequeñísima porción. Presumo de elaborar ricos bizcochos, me suben tremendos, tiernos y saborosos. Será por el pequeño secreto de separar las yemas de las claras y batir estas últimas a punto de nieve, o quizás por esa pizca de Licor 43 que les añado siempre, aunque yo creo que es el amor que les pongo a cada uno de ellos cada vez que los preparo. Lo que es cierto es que allí donde los llevo triunfan hasta el punto de quedar de ellos solos las migas...
La prueba está aquí, tan solo un par de días y ni siquiera queda ya ni la mitad de él. Así que os lo voy a servir antes de que desaparezca por completo...
Os merecéis un bonito recipiente y escojo el pastelero de porcelana blanca, el mismo que sirve de frutero, de portavelas y para colocar rica repostería...
Y allí que coloco el bizcocho, no sin olvidarme de decorarlo con sencillas ramas de flores secas...
Aiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii que delicia de corte tiene, esponjoso y con ese aroma a vainilla que siempre le añado a la masa...
Esta pidiendo a gritos ser probado por todas y cada una de vosotras...
Ya veis que yo decoro hasta la repostería. Pasteles, magdalenas y tartas quedan mucho más deseables si les ponemos algún simpático toque especial. Yo casi siempre apuesto por flores, hiedra verde y ramitas cualesquiera que sean...
Allí os lo llevo, al salón...Yaiza ya hace tiempo que lo ha olido y me mira con insistencia, por si le corto una pequeña porción que degustar...
A través del ventanal asoma de nuevo un día gris y lluvioso, totalmente otoñal...
Y no me lo pienso, os enciendo velas, el martes de hoy lo pide a gritos
Día perfecto para un café calentito, tierno bizcocho de yogurt, velas que iluminan y muchísima charla repleta de confidencias...
Que más da que de nuevo lloviznee en nuestras ciudades...
Si podemos regalarnos un tarde de ensueño disfrutando de nuestros cálidos interiores, acompañadas de todos aquellos a los que amamos, yo con mi Yaiza, que lo mismo dormita un rato que abre los ojos curiosa mirando mis idas y venidas...
Hoy os invito a una sencilla merienda, da igual los kilómetros que nos separen, a esta ventanita nuestra le sobra tantísima imaginación, que es como si estuvierais todas sentadas en mi salón platito de bizcocho en mano...
Hoy la hiedra se transforma de corona en la escalera a guirnalda recorriendo la bandeja del bizcocho...
Infinita inspiración...